Antoñita dijo sí. Antoñita es hoy la abuela de Lara Álvarez y hace 40 años, un 6 de diciembre de 1978, depositaba en una urna una papeleta idéntica a esta, con la que daba un SÍ al Referéndum nacional en el que 15706077 de ciudadanos más ella, aprobaban nuestra Constitución por una gran mayoría en todas y cada una de las provincias (87,78%).

                   Antoñita ya no necesitó nunca más, el permiso de su marido para sacarse el pasaporte, para viajar al extranjero, para poder abrir una cuenta en el banco… 

                   Esta Constitución nos ha traído a los españoles el período más largo de Democracia y de Libertad que ha vivido España. 

                   Este texto constitucional cumple mañana 40 años. Más avanzada en el reconocimiento de derechos sociales, económicos…, que cualquiera de las nueve efímeras constituciones españolas desde aquella primera de Cádiz de 1812.

                   Diego Pardiñas, amante de la Historia y de la Oratoria, ha querido rendir un homenaje, bien merecido, a esos personajes y a ese momento histórico que permitió a las Cortes Generales (31 de octubre de 1978) aprobar la Constitución Española, que fue ratificada por los españoles en referéndum (6 de diciembre de 1978) y sancionada por el Rey (27 de diciembre de 1978).

                   Este acto homenaje comenzó con la lectura, por parte de profesores y alumnos, de algunos artículos de la Constitución.

                   Después de la inmejorable exposición de Diego, los alumnos se convirtieron en los portavoces de  sus abuelos, al traernos sus opiniones y comentarios sobre lo que aquella Constitución del 78 supuso para ellos.

 “Para mi abuelo Gabriel la Constitución supuso la paz entre rojos y azules. Fue un alivio para mi familia ya que cuando se aprobó mi abuelo tenía 44 años, casado y con dos hijos, y ahora podía estar tranquilo sabiendo que sus hijos crecerían en un país donde su opinión sería respetada”.

  “La Constitución supuso, para mi abuelo Jesús, que pudiera decir soy ateo o no soy cristiano, en voz alta, sin miedo a ser arrestado”.

 “Muchos amigos y compañeros de trabajo de mi abuelo Roberto, que vivía en el País Vasco, votaron que no. Sin embargo, él se alegró de que se formara una democracia que fomentaría la igualdad y la libertad. Él votó que sí”.

 

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