Como padres y docentes, hemos de estar muy atentos a las modas. A veces, por desgracia, son peligrosas. Así sucede con el happy slapping, muy popular entre algunos grupos de adolescentes que, si bien tuvo su origen en el Reino Unido hace más de 15 años, ha llegado a nuestro país recientemente, por desgracia.

El happy slapping, un tipo de bullying muy peligroso

Las autoridades calculan que más de 75.000 niños y jóvenes podrían haber sido víctimas de este tipo de acoso. Pero, ¿en qué se distingue del bullying “tradicional” y qué lo hace diferente? La planificación, la premeditación y la alevosía.

Cuando se dan casos de happy slapping, se ha observado que los chicos que lo perpetran buscan excusas para aislar a la víctima. Una vez en el lugar que quieren tener al niño afectado, la acosan y la agreden, a ser posible, en espacios donde no van a ser interrumpidos.

Además de observar una premeditación y una planificación específica, esta problemática tiene una segunda fase. Las agresiones a los chicos son grabadas y, a posteriori, compartidas por medio de canales digitales, tanto en aplicaciones de mensajería instantánea como en redes sociales.

Las consecuencias

Podemos suponer que las consecuencias no son nada halagüeñas. Por un lado, los agresores consideran que la humillación de otras personas les dota de liderazgo, de ego personal más fortalecido. Generalmente, a medio y largo plazo, es todo lo contrario lo que realmente se consigue.

Por otra parte, el agredido sufre consecuencias devastadoras, mayores a las del bullying en su vertiente más “tradicional”. Y es que, al hecho de ser víctima de abusos, se une el problema de la difusión de esos contenidos, convirtiendo al chico en motivo de sorna y risas de muchos de sus compañeros del colegio.

Se han observado casos con miles de visualizaciones de vídeos que contienen happy slapping. Esa ridiculización del individuo se une a las secuelas físicas que dejan las agresiones y a los problemas psicológicos de los insultos verbales.

Así pues, la víctima va volviéndose una persona cada vez más avergonzada, lo que le puede provocar propensión a sufrir diversos trastornos psicológicos, como depresión, problemas del sueño, bajo rendimiento académico y, en casos extremos, inducción al suicidio.

Cómo debemos actuar los adultos

Ante prácticas tan indeseables como el happy slapping, los adultos debemos ser inflexibles. Así pues, hemos de tomar las medidas adecuadas cuanto antes:

  1. Identificación del problema: hay que estar atentos para saber si se da una situación similar. Los niños afectados suelen ser reservados y tienen miedo. Por eso miraremos si hay cambios en su actitud, alimentación, rendimiento académico, sueño, etc.
  2. Comunicación: en cualquier caso, será importante la comunicación adecuada, tanto con los acosadores como con el acosador. En cuanto se detecten señales de abuso, actuaremos con presteza y nos ganaremos la confianza de unos y otros para poder conocer bien la situación y trabajar en la buena dirección.
  3. Recurrir a canales legales: a continuación, conversaremos con todos los actores implicados, con padres, con docentes, con profesionales de la psicología y con fuerzas legales, pues en muchos casos son los cuerpos policiales los que se tienen que encargar de poner fin a la situación, ya que no siempre se produce dentro de la institución educativa.

En cualquier caso, el bullying, en todas sus formas, incluida esta conocida como happy slapping, debe ser atajado cuanto antes, pues es un problema entre chicos que atañe a toda la sociedad. Por eso, desde Logos International School, ponemos en marcha todos los mecanismos y protocolos a nuestro alcance para que situaciones así no lleguen a producirse y, de hacerlo, poder ponerles fin cuanto antes y de la forma más adecuada posible.

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